Los espacios culturales autogestivos, muchos de ellos de gestión comunitaria, deben dividir sus tareas entre el sostenimiento de sus sedes, la gestión de los espectáculos, la articulación con artistas y, además la difusión de sus actividades para que el público llegue. La tarea de la comunicación, si pensamos en la industria cultural, es terciarizada en consultoras y profesionales que standarizan una marcan y, partiendo del concepto de clientela, buscan captar la atención.

Bueno, qué sucede cuando la cultura, si bien busca ser sustentable, es pensaba como una dimensión de la vida comunitaria, de la expresión y de una institucionalidad que aún no se ha cristalizado, como la democracia participativa y popular. De qué manera va construyendo su vinculo con la comunidad, configura un público y se visibiliza al resto de la sociedad con una identidad propia.

Estas experiencias de arte y cultura independiente, encuentran en redes sociales y cadenas de mensajes por celular las vías de llegada a un sector de nuestras comunidades. Sin embargo, estas arquitecturas de datos, pensadas para sostenerse con el pago por publicidad, establecen reglas y algoritmos que en el tiempo enfrascan a estas iniciativas en segmentos de públicos y difícilmente trascienden al resto de la sociedad. Tratando de quebrar esta tendencia y fortalecer la identidad del arte y la cultura comunitaria, autogestiva e independiente, nació CROTA, la agenda cultural que estaba faltando en Junín.

CROTA no se trata solamente de acompañar la difusión de las actividades, sino también de conocer esos emprendimientos que buscan otra relación con sus clientes, con el desarrollo local, y justamente, acompañan y promocionan la cultura de Junín y la región. En tiempo donde el aislamiento afecta tanto a la actividad económica, y los artistas no pueden realizar su arte, la creación se reinventa en pantallas y redes sociales, y CROTA también. Querés saber cómo… escucha el Podcast con Fede Villa